No prometí no hacer locuras. Aunque fue porque no tuve la oportunidad. Una vez más y como siempre no me quisiste rebajar. Siempre lo he dicho: piensas en mí más que yo misma. De todas maneras, sería una promesa que hubiera roto, inevitablemente.
Cada vez me tengo que recordar con más frecuencia no hacer ciertas cosas que sé que me ponen en peligro; no obstante, las hago. Porque me hacen oírte. Sí, sí, así de tarada estoy. Otra cosa que me da igual. Cada vez son más y más las cosas que me dan igual, cada vez pierden importancia más asuntos, más situaciones, más personas... al final, todo se reduce a lo mismo. Al mayor de mis problemas, al mayor de mis placeres. Hay problemas que son placenteros. Hay sufrimientos (hay un sufrimiento) que son ambrosíacos. Eso significa que existes. Eso significa que no me lo he imaginado todo, pues ninguna mente, por privilegiada que sea, puede crear esto. Creo que ni siquiera la tuya (creo).
Bailaremos el vals de los sentimientos, con una mano más larga que otra y una pierna apoyada contra una pared que acaba de una forma espectacular. Entonces será como si esto nunca hubiera pasado. No como si se hubiera arreglado; no. Será como si esto nunca hubiera existido.
Calíope vuelve a mí. Se fue pero ha vuelto. Es ella la que me impulsa, la que me ayuda a expresarme, que, por ahora y en mi ahora, es lo único que puedo hacer. Aunque no sea suficiente, aunque los humanos reclamen un fuego también para ellos, aunque los humanos demanden divinidad, acepto que ahora ha de ser suficiente. Adoro el aire majestuoso y la corona dorada, la trompeta, las guirnaldas y la Épica. Me atrevo. Sí, sí, me atrevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario