A veces siento que los pierdo. Siento que ya no están conmigo. Es como si, por arte de magia, todo se hubiera cabriolado. Ya no sólo a ellos. Ocurre igual con mi superficie. La mía. Parece que me rechaza, que me expulsa, que ya no me acepta entre los suyos. Da la sensación de que lee su veredicto desde lo alto, atendiendo a lo relativo de lo alto, y dice que fui yo la que lo estropeó todo, la que decidió marcharse, la que renegó y la que ya no puede volver. Creo verla rugir un estremecedor y helado "es tarde" (estas cosas hay que expresarlas usando el don del "quédate más", si no pierde el drama) desde todas sus esquinas en forma de dedal, desde cualquier punto de su suelo y sus paredes de eterna, desde cada nota de flamenco... Esta pavorosa escena me acompaña en cualquier arteria de mi superficie. La mía.
Empero se trata de ellos dos. De ellos dos y de mi existencia.
Observo. Gente que necesita huir. La feligresía que necesita de lo nuevo para poder continuar, porque, en realidad, no tiene nada en ningún sitio y tiene que ir a buscarlo (creo que esta feligresía debería de buscar otra cosa, pero eso es otro asunto). Yo no estaba ahí, no formaba parte de ese conjunto.
Observo. Gente que tiene motivos pero que razona. Gente que piensa (y esta gente puede llegar a sorprenderme muchísimo). Este comité comprende que la vida es una realidad y que sus motivos, por muy abultados que sean, no superan a esa realidad. Porque son ficción. La ficción no tiene por qué ser falsa, ni muchísimo menos, pero es muy peligrosa. Muchísimo. La ficción es una forma de vida; ya que a veces no se puede vivir, hay que sobrevivir, y la ficción da ese poder. No obstante, ésta tiene que sustentarse en una realidad. Aunque sólo sea una base, pero ha de existir. La ficción necesita un suelo. Esta gente con motivos que razona comprende que sus argumentos van a destrozar el suelo de su realidad, siendo éste lo único que tienen (y puede esto ser mucho, pues no siempre sabemos valorar lo que tenemos). No formaba parte tampoco de esta grey.
Observo. Gente comunmente denominada "loca", sin más. Gente que vive plenamente en esa ficción y se deja llevar por ella hasta puntos torrenciales. Gente que piensa que todo es muy fácil y que se empeña en llevar hasta el final sus motivos, sus argumentos, sus sueños. Gente que juega con fuego. Gente que se acaba quemando. Gente que acaba muriendo abrasada. Gente, en definitiva, que piensa que sabe lo que hace, pero no lo sabe; y no hablo de "equivocarse", hablo de falta de experiencia, de inocencia, de carencia, de faltas. Servidora piensa que se incluye.
Hay algo más. La realidad solar que sustenta la ficción. Su tamaño, su importancia y el no saber valorarla. El tener que ponerla en peligro, en un peligro extremo, para comprender lo que supone. Los he arriesgado muchísimo. Pensaba que a ella más que a él pero he comprendido que él también se ha visto muy amenazado. Sin embargo ahí siguen. Aquella frase de "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes" deja de ser un refrán que, como la mayoría, conseguía sacarme de mis casillas para cobrar un sentido atronador. Terrible, a la par que lamentable.
Las sensaciones se están multiplicando por mil de segundo en segundo. Lo que nunca ha producido nada ahora me provoca auténticas sacudidas de estómago. Situaciones y personas en las que nunca me había parado, a las que nunca había observado. Lo que nunca había apreciado ahora ha aparecido en escena cobrando un papel decisivo, protagonista. Ahora que no lo tengo. Ahora que no hay nada. Ahora que estoy sola físicamente. Ahora que lo único que tengo es mi propia persona. No tengo más. Físicamente, por supuesto. Porque ahora comprendo mi suerte, es ahora cuando todo ha cobrado sentido. Probablemente si no hubiese hecho esto nunca habría entendido lo que tengo.
¿Arrepentirme? No. No es eso. Yo dije que iba a luchar y eso estoy haciendo. Hasta el final. Hasta que me pare la Parca, que es la única que puede pararme. Yo no voy a rendirme. La palabra no es "arrepentimiento". Es tristeza. Justamente tristeza. Es pena por estar lejos en el espacio y en el tiempo de lo que amas, de lo que te hace sonreír, de lo que te hace ser feliz.
No me importa que suene a cursilada barata, pues es una verdad como un templo: sólo puedo querer y agradecer. No tengo motivos para hacer algo que no sea esto.
Las noches en Granada deben de ser envidiadas por el mismísimo Zeus. Mis amigos deben de ser envidiados por el mismísimo Zeus.
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