El por qué de estos asuntos es un tanto complicado de explicar. Lo más sencillo sería pensar que no existe. No obstante, si hay algo de lo que realmente estoy segura es de que eso no es cierto. Todo tiene un por qué, aunque no significa eso que haya que entenderlo. A veces el por qué se entiende con el tiempo. Se entiende después. Cuando ya estamos listos para ser objetivos, para situarnos supra partes y poder mirar atrás sin juzgarnos. Viendo únicamente el hecho. Alejándonos del sentimiento, del pensamiento, alejándonos de lo que nos hace sonreír estúpidamente, de lo que nos provoca una leve sacudida en el estómago que llega hasta las venas de los dedos de las manos. Entonces se entienden los por qué. O no. Puede que no. Puede que ni entonces, porque, simplemente, hay cosas que no hay que entender. Hay cosas que únicamente hay que aceptar.
En cualquier caso, no me resigno a pensar que no voy a encontrar el por qué de los blogs; de este blog. ¿Por qué escribimos aquí? ¿Qué buscamos plasmando pensamientos en una página de Internet? Sería lógico pensar que el interés es escribir para ser leído. Pero lo que yo quiero saber es para qué quiero que me lean. Para qué quiero que alguien lea lo que pienso, que alguien lea las locuras que pasan por esta cabecita mía que, con el paso del tiempo, cada vez desvaría más.
Hasta que mi cordura llegue a su fin o hasta que encuentre la respuesta aquí estaré en este CIRAL, escribiendo y pensando. CIRAL es un pensadero. Y CIRAL intentará comportarse como tal y responder como se merece.
Avis Caesar, morituri te salutant.
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